¿Por qué explorar el espacio?


La Hermana Mary Juncada (una monja que trabajaba con los chicos hambrientos de África) escribió a la NASA, en pleno auge de la exploración espacial, preguntando cómo podían sugerir que se gasten miles de millones de dólares en un proyecto así, en un tiempo en el que tantos niños morían de hambre en la Tierra.
El 6 de mayo de 1970, Ernst Stuhlinger, el entonces Director Asociado de Ciencia, en el Centro de Vuelos Espaciales Marshall, envió la siguiente respuesta, junto con una copia del Earthrise:



Querida Hermana Mary Jucunda,

Su carta ha sido una de las muchas que me llegan cada día, pero me ha conmovido más profundamente que todas las demás, porque viene de una mente inquieta y un corazón compasivo. Intentaré responder a su pregunta lo mejor que pueda.

Primero, sin embargo, me gustaría expresarle la gran admiración que siento por usted y por todas sus valientes hermanas, porque están dedicando sus vidas a la causa más noble del hombre: ayudar a sus semejantes necesitados.

Usted pregunta en su carta cómo puedo sugerir el gasto de miles de millones de dólares para viajar a Marte, en un momento en el que tantos niños en la Tierra mueren de hambre.

Sé que no espera una respuesta como “¡Oh, no sabía que había niños que mueren de hambre, pero de ahora en adelante voy a desistir de cualquier tipo de investigación espacial hasta que la humanidad haya resuelto ese problema!" De hecho, sabía de niños hambrientos mucho antes de saber que un viaje a Marte es técnicamente posible. Sin embargo, al igual que muchos de mis amigos, creo que viajar a la Luna y eventualmente a Marte, y otros planetas, es una aventura que debemos emprender ahora, e incluso creo que este proyecto, a largo plazo, contribuirá a solucionar los graves problemas que enfrentamos aquí en la Tierra, más que muchos otros potenciales proyectos de ayuda que se debaten y discuten año tras año, y que son tan extremadamente lentos en dar resultados tangibles.

Antes de tratar de describir con más detalle cómo nuestro programa espacial contribuye a la solución de nuestros problemas en la Tierra, me gustaría relatar brevemente una supuesta historia real, que puede ayudar a apoyar mi argumento. Hace 400 años, vivía un conde en una pequeña aldea de Alemania. Era uno de los condes benignos, y le daba una gran parte de sus ingresos a los pobres de su ciudad. Esto era muy apreciado, ya que abundaba la pobreza en la época medieval, y las epidemias de peste asolaban el país con frecuencia. Un día, el conde se encontró con un hombre extraño. Tenía una mesa de trabajo y pequeño laboratorio en su casa, y trabajaba duro durante el día, para poder permitirse un par de horas cada noche para trabajar en su laboratorio. Tenía pequeñas lentes, hechas de pedazos de vidrio, que montaba en tubos, y usaba estos aparatos para mirar objetos muy pequeños. El conde estaba particularmente fascinado por las pequeñas criaturas que podían verse con grandes aumentos, y que nunca antes habían sido vistas. Invitó al hombre a mudar su laboratorio al castillo, a convertirse en un miembro de la casa del conde, y dedicar todo su tiempo, desde ese momento, al el desarrollo y perfeccionamiento de sus aparatos ópticos, como empleado especial del conde.

Los aldeanos, sin embargo, se enojaron cuando descubrieron que el conde estaba desperdiciando su dinero en lo que pensaban que eran tonterías. "¡Estamos sufriendo de esta plaga!", decían, "¡mientras que él le paga a ese hombre por un pasatiempo inútil!" Pero el conde se mantuvo firme. "Les doy todo lo que puedo," dijo, "pero también apoyaré a este hombre y su trabajo, porque sé que algún día va a salir algo bueno de él!"

De hecho, algo muy bueno salió de esta obra, así como de trabajos similares realizados por otros en otros lugares: el microscopio. Es bien sabido que el microscopio ha contribuido más que cualquier otra invención a los avances de la medicina, y que la eliminación de la plaga y muchas otras enfermedades contagiosas de todo el mundo, es en gran parte un resultado de los estudios que el microscopio hizo posibles.

El conde, al reservar parte de su dinero para la investigación y el descubrimiento, contribuyó mucho más al alivio del sufrimiento humano, de lo que podría haber contribuido al dar todo a su comunidad azotada por la peste.

La situación que estamos enfrentando hoy en día es similar en muchos aspectos. El Presidente de los Estados Unidos está gastando alrededor de 200 mil millones de dólares en su presupuesto anual. Este dinero se destina a salud, educación, bienestar, renovación urbana, carreteras, transporte, ayuda exterior, defensa, agricultura de conservación, ciencia, y muchas instalaciones dentro y fuera del país. Cerca del 1,6% de este presupuesto nacional se destinó a la exploración espacial este año. El programa espacial incluye el Proyecto Apolo, y muchos otros proyectos más pequeños en física espacial, astronomía espacial, biología espacial, proyectos planetarios, proyectos de recursos terrestres e ingeniería espacial. Para hacer posible estos gastos en el programa espacial, el contribuyente americano, con 10.000 dólares de ingresos anuales, está pagando alrededor de 30 dólares de impuestos para el espacio. El resto de sus ingresos, 9.970 dólares, sigue siendo para su subsistencia, su recreación, sus ahorros, sus otros impuestos, y todos sus otros gastos.

Ahora, usted debe preguntarse: "¿Por qué no toma 5 o 3 o 1 dólar de los 30 dólares para el espacio, que el contribuyente estadounidense promedio está pagando, y envía esos dólares a los niños hambrientos?" Para responder a esta pregunta, tengo que explicar brevemente cómo funciona la economía de este país. La situación es muy similar en otros países. El gobierno consiste en un número de departamentos (Interior, Justicia, Salud, Educación y Bienestar Social, Transporte, Defensa, y otros) y agencias (Fundación Nacional de Ciencias, Nacional de Aeronáutica y del Espacio, y otros). Todos ellos preparan sus presupuestos anuales en función de sus misiones asignadas, y cada uno de ellos debe defender su presupuesto frente los comités del Congreso, que realizan exámenes muy severos, y frente a una fuerte presión para ahorrar, de la Oficina Presupuestaria y el Presidente. Cuando los fondos son finalmente asignados por el Congreso, se puede gastar sólo para las partidas especificadas y aprobadas en el presupuesto.

El presupuesto de la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio, como es natural, sólo puede contener elementos directamente relacionados con la aeronáutica y el espacio. Si este presupuesto no fuera aprobado por el Congreso, los fondos propuestos no estarían disponibles para ninguna otra cosa, simplemente no se le descontarán al contribuyente, a menos que uno de los otros presupuestos hubiera obtenido la aprobación de un aumento específico, que entonces absorbería los fondos no gastados en el espacio. Se dará cuenta, con este breve discurso, que el apoyo a los niños hambrientos; o más bien, un apoyo adicional al que los Estados Unidos ya está contribuyendo a esta noble causa, en la forma de la ayuda exterior; sólo puede obtenerse si el departamento correspondiente presenta una línea presupuestaria a tal fin, y si esta partida es aprobado por el Congreso.

Usted puede preguntar ahora si yo, en lo personal, estaría a favor de esa medida por parte de nuestro gobierno. Mi respuesta es un rotundo sí. De hecho, no me importaría en absoluto que mis impuestos anuales se incrementasen en algunos dólares, con el fin de alimentar a los niños hambrientos, dondequiera que vivan.

Sé que todos mis amigos se sienten igual que yo al respecto. Sin embargo, no podemos llevar a cabo tal programa, simplemente desistiendo de hacer planes para viajar a Marte. Por el contrario, incluso creo que, trabajando para el programa espacial, puedo hacer alguna contribución para el socorro y la eventual solución de graves problemas, tales como la pobreza y el hambre en la Tierra. Para el problema del hambre, hay básicamente dos temas a tratar: la producción de alimentos y su distribución. La producción de alimentos por la agricultura, ganadería, pesca y otras operaciones a gran escala es eficiente en algunas partes del mundo, pero drásticamente deficiente en muchas otras partes. Por ejemplo, las grandes extensiones de tierra podrían utilizarse mucho mejor aplicando métodos eficaces de control de las cuencas fluviales, uso de fertilizantes, predicción meteorológica, evaluación de la fertilidad, programación de plantaciones, selección de campo, hábitos de plantación, cadencia de cultivos, análisis de cultivos y planificación de cosecha.

La mejor herramienta para mejorar todas estas funciones, sin dudas, es el satélite artificial de la Tierra. Circunda el globo a gran altitud, puede explorar amplias zonas de terreno en poco tiempo, puede observar y medir una gran variedad de factores que indican el estado y la condición de los cultivos, el suelo, las sequías, las precipitaciones, la capa de nieve, etc., y puede emitir esta información a las estaciones terrestres para el uso eficiente. Se ha estimado que hasta un modesto sistema de satélites terrestres, equipados con sensores de los recursos terrestres, trabajando en un programa de mejoras agrícolas en todo el mundo, aumentará los cultivos anuales por un equivalente a muchos miles de millones de dólares.

La distribución de alimentos a los necesitados, es un problema completamente diferente. La cuestión no es tanto el volumen del envío, sino la cooperación internacional. El gobernante de un país pequeño puede sentirse muy incómodo con la perspectiva de recibir grandes cantidades de alimentos, enviados a su país desde una gran nación, simplemente por temer que, junto con la comida, podrían importar influencia y poder extranjero. El alivio eficaz de hambre, me temo, no llegará a menos que los límites entre las naciones se vuelvan menos divisorias de lo que son hoy. No creo que los vuelos espaciales logren este milagro de la noche a la mañana. Sin embargo, el programa espacial es, ciertamente, uno de los más prometedores y poderosos agentes trabajando en esta dirección.

Permítame recordarle la reciente casi tragedia del Apollo 13. Cuando llegó el crucial momento de la reentrada de los astronautas, la Unión Soviética suspendió todas las transmisiones rusas de radio en las bandas de frecuencia utilizadas por el Proyecto Apollo, con el fin de evitar cualquier posible interferencia, y los barcos rusos se apostaron en el Pacífico y el Atlántico, en caso de que un rescate de emergencia fuera necesario. Si la cápsula de los astronautas hubiera caído cerca de un barco ruso, los rusos, sin duda, habrían dedicado todo el cuidado y esfuerzo en su rescate, como si fueran cosmonautas rusos regresando de un viaje espacial. Si los viajeros espaciales rusos estuvieran alguna vez en una situación de emergencia similar, los estadounidenses harían lo mismo por ellos, sin ninguna duda.

Mayor producción de alimentos gracias a estudios y evaluaciones desde órbita, y una mejor distribución de los alimentos gracias a mejores relaciones internacionales, son sólo dos ejemplos de cuán profundamente el programa espacial tendrá un impacto en la vida en la Tierra. Me gustaría citar dos ejemplos: la estimulación del desarrollo tecnológico y la generación de conocimiento científico.

Los requisitos de alta precisión y extrema fiabilidad, que debe imponerse a los componentes de una nave espacial lunar, no tienen precedentes en la historia de la ingeniería. El desarrollo de sistemas que cumplan estos severos requisitos, nos ha proporcionado una oportunidad única para encontrar nuevos materiales y métodos, para inventar mejores sistemas técnicos, para procesos de fabricación, para alargar la vida útil de los instrumentos, e incluso para descubrir nuevas leyes de la naturaleza.

Todo este conocimiento técnico recién adquirido, también está disponible para su aplicación en tecnologías en la Tierra. Cada año, alrededor de mil innovaciones técnicas, generadas en el programa espacial, se abren camino en nuestra tecnología terrestre, llevando a mejores electrodomésticos y maquinaria agrícola, mejores máquinas de coser y radios, mejores barcos y aviones, una mejor previsión meteorológica y alerta de tormentas, mejores comunicaciones, mejores instrumentos médicos, mejores utensilios y herramientas para la vida cotidiana. Probablemente, usted se preguntará ahora por qué tenemos que desarrollar primero un sistema de soporte vital para nuestros astronautas que van a la Luna, antes de que podamos construir un sistema de lectura remota de sensores para los pacientes cardíacos. La respuesta es simple: un progreso significativo en la solución de problemas técnicos, con frecuencia no se realiza mediante el enfoque directo, pero si se establece por primera vez un gran objetivo desafiante, que ofrezca una fuerte motivación para el trabajo innovador, esto dispara la imaginación y estimula a los hombres a gastar su mejores esfuerzos, y actúa como un catalizador mediante la inclusión de cadenas de otras reacciones.

Los vuelos espaciales, sin dudas, están jugando precisamente este papel. Ciertamente, el viaje a Marte no será una fuente directa de alimento para los hambrientos. Sin embargo, dará lugar a tantas nuevas tecnologías y capacidades, que los desarrollos derivados de este proyecto, por sí solos, tendrán muchas veces más valor que el costo de su implementación.

Además de la necesidad de nuevas tecnologías, hay una gran necesidad constante de nuevos conocimientos científicos básicos, si queremos mejorar las condiciones de vida humana en la Tierra. Necesitamos más conocimientos de física y química, biología y fisiología, y muy particularmente de medicina, para hacer frente a todos estos problemas que ponen en peligro la vida del hombre: el hambre, las enfermedades, la contaminación de los alimentos y el agua, la contaminación del medio ambiente.

Necesitamos más hombres y mujeres jóvenes que elijan la ciencia como carrera, y necesitamos mayor apoyo a los científicos que tienen el talento y la determinación de participar en un trabajo de investigación fructífera. Deben disponer de objetivos que presenten un desafío, y hay que proporcionarles suficiente apoyo a proyectos de investigación. Una vez más, el programa espacial, con sus maravillosas oportunidades para participar en estudios de investigación verdaderamente magníficos de las lunas y los planetas, de la física y la astronomía, la biología y la medicina, es un catalizador casi ideal que induce la reacción entre la motivación para el trabajo científico, la oportunidad de observar emocionantes fenómenos naturales, y el apoyo material necesario para llevar a cabo el esfuerzo de investigación.

Entre todas las actividades dirigidas, controladas y financiadas por el gobierno estadounidense, el programa espacial es, ciertamente, lo más visible y probablemente lo más debatido, aunque consume sólo el 1,6 por ciento del presupuesto nacional, y el 3 por mil (menos de una tercera parte del 1 por ciento) del producto bruto nacional. Como estimulante y catalizador para el desarrollo de nuevas tecnologías, así como para la investigación en ciencias básicas, es incomparable a cualquier otra actividad. En este sentido, podríamos incluso decir que el programa espacial se está apoderando de una función que por tres o cuatro mil años ha sido el triste privilegio de las guerras.

¿¡Cuánto sufrimiento humano puede evitarse si las naciones, en lugar de competir con sus flotas de aviones y cohetes, compitieran con sus naves espaciales viajando a la luna!? Esta competencia está llena de promesas de brillantes victorias, pero no da lugar a la amarga suerte de los vencidos, que no lleva a más que venganza y nuevas guerras.

Aunque nuestro programa espacial parece alejarnos de nuestra Tierra, hacia la luna, el sol, los planetas y las estrellas, creo que ninguno de estos cuerpos celestes recibirá tanta atención y estudio por parte de los científicos espaciales, como nuestra Tierra. Se convertirá en una mejor Tierra, no sólo por todos los nuevos conocimientos científicos y tecnológicos que aplicaremos a la mejora de la vida, sino también porque estamos desarrollando un aprecio más profundo de nuestra Tierra, de la vida y del hombre.

La fotografía que adjunto a esta carta, presenta una vista de nuestra Tierra, vista desde el Apolo 8, cuando este orbitaba la Luna en la Navidad de 1968. De todos los maravillosos resultados del programa espacial hasta el momento, esta foto puede ser el más importante. Nos abrió los ojos al hecho de que la Tierra es una hermosa isla, más valiosa por estar en un vacío sin límites, y no tenemos otro lugar para vivir que la fina capa superficial de nuestro planeta, rodeada del vacío desolador del espacio. Nunca antes tanta gente reconoció cuán limitada es nuestra Tierra en realidad, y lo peligroso que sería alterar su equilibrio ecológico. Desde la primera publicación de esta foto, se han alzado voces cada vez más fuertes, advirtiendo de los graves problemas que enfrenta el hombre en nuestro tiempo: la contaminación, el hambre, la pobreza, la vida urbana, la producción de alimentos, el control del agua, la superpoblación urbana. No es casualidad que empecemos a ver las enormes tareas que nos esperan, cuando la joven era espacial nos brinda el primer buen vistazo de nuestro propio planeta.

Afortunadamente, sin embargo, la era espacial no sólo tiene un espejo en el que podemos vernos a nosotros mismos, sino que también nos proporciona la tecnología, el desafío, la motivación, e incluso el optimismo para atacar estas tareas con confianza. Lo que aprendemos en nuestro programa espacial, creo, está completamente apoyando a lo que Albert Schweitzer tenía en mente cuando dijo: "Miro al futuro con preocupación, pero con buenas esperanzas".

Mis mejores deseos estarán siempre con usted y sus niños.

Muy sinceramente suyo,

Ernst Stuhlinger

Director Asociado de Ciencia 


Texto original en inglés: http://launiusr.wordpress.com/2012/02/08/why-explore-space-a-1970-letter-to-a-nun-in-africa/
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