Adaptemos toda la Web para Google y llamémosla 3.0

Desde hace ya algunos años que se habla de la llegada de la Web 3.0. Claro que no habrá un día en que se escuche el “click” y de pronto abandonemos la actual 2.0 para actualizarnos. En realidad no nos vamos a dar cuenta del cambio progresivo. Todo el proceso de transformación de la web se está gestando ahora mismo sin que lo sepamos y sin que notemos nada extraño al navegar por Internet desde el punto de vista del usuario.

Sin embargo, podemos buscar más allá de la pantalla que muestra esa información que buscamos, más allá de nuestra computadora, más allá del módem y de los cables y de nuestro proveedor de internet y adentro de la nube, si buscamos más vamos a encontrar una enorme maquinaria funcionando sin parar a base de programadores. Los vamos a ver constantemente actualizando, mejorando procesos, creando nuevos métodos. Toda esa inmensa maquinaria que no descansa, preparando el terreno para la llegada de la Web 3.0 se llama Google.

Al día de hoy es una estupidez explicar qué es Google o qué tanto interés tiene en Internet, pero sí es importante comentar que es uno de los mayores impulsores de esta evolución de la Web. Más precisamente, de una de sus características más importantes, llamada Web Semántica.

La Web Semántica es el pilar fundamental de la Web 3.0 y consiste básicamente en agregar etiquetas de metadatos que expliquen el significado del contenido de los sitios web, de manera que una computadora pueda interpretar el contenido de forma similar a como lo haría un humano. Se puede ver una explicación más completa en la Guía breve de la Web Semántica de la W3C.

Ahora bien, ¿dónde entra Google en todo esto? Bueno, resulta que dominando el mercado a nivel mundial, goza del privilegio de que cualquier persona que desarrolle un sitio, lo hará pensando en su motor de búsquedas antes que en cualquier otro.
Esto le da derecho a elaborar una serie de directrices que desde hace años exige solicita que cumplan los desarrolladores web.

Las directrices de Google abarcan aspectos técnicos, del diseño y de la calidad del contenido. Y uno de los temas en los que más hace hincapié es en que el código de un sitio web esté totalmente etiquetado, indicando qué significa cada uno de los elementos.
Aquí entra en juego HTML5, cumpliendo un papel importantísimo para la siguiente generación de la Web.
HTML5 cuenta con etiquetas semánticas para clasificar cada parte del contenido de una página. Además, se puede vincular el contenido con ficheros RDF y OWL que describan las relaciones entre los términos utilizados. A esto se le agrega que integra geolocalización de manera nativa, lo que altera los resultados de búsquedas dependiendo de nuestra ubicación.

Toda esta información invisible para el visitante del sitio, es recopilada y procesada por Google para devolver los resultados precisos a búsquedas como “¿Dónde puedo comprar una nueva campera de esta temporada que no cueste más de 1500?”. Y si los resultados son más precisos, la publicidad que nos muestre Google será más efectiva.

El problema es que para llegar a la Web Semántica que Google tanto quiere, hay que modificar los sitios que ya pueblan Internet. Esto significa un trabajo extra para los desarrolladores, teniendo que adaptarse a los requisitos de Google. Aunque todos saben bien que acatar todas sus recomendaciones y directrices juega a favor del posicionamiento del sitio y en contrapartida, hacer caso omiso de sus indicaciones puede significar una sanción (dependiendo de la gravedad de la falta, esto puede llegar a significar algo así como ser expulsado de Internet).

Pero claro, la rebeldía no existe cuando se trata de obedecer las órdenes del buscador rey, así es que todos los desarrolladores “temerosos de Google” se encuentran metidos en el código de sus sitios, ajustando todo lo necesario para disfrutar lo antes posible de los beneficios de la Web 3.0.

La idea de tener una Web Semántica viene desde que Tim Berners-Lee creó la World Wide Web, y una gran cantidad de empresas trabajaron durante años desarrollando tecnologías para sacarle provecho. Sin embargo, de no ser por las exigencias de Google hacia los desarrolladores web, no estaríamos ni remotamente tan cerca de alcanzarla. Después de todo, no es conocido como “El gigante de Internet” en vano.
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